Félix creció en el corazón del valle aislado, un lugar gobernado por la tradición y el tic-tac de los viejos relojes. Ya de niño, era más rápido que los demás, sus piernas lo llevaban ágilmente sobre los viejos adoquines, lo que lo convertía en la elección natural para el mensajero del gremio. Este papel le dio acceso a todos, desde los gruñones maestros en sus talleres hasta los silenciosos artesanos en las granjas remotas. Así, Félix se convirtió en el centro de chismes del gremio; ninguna noticia, ningún rumor que no pasara por sus manos u oídos. Pero este movimiento constante también alimentó un profundo anhelo. Cada mensaje que entregaba era un recordatorio de las limitaciones de su propio mundo. Su tío Jonas, el posadero, a menudo trataba de frenar sus fantasías e inculcarle la importancia de las tradiciones, pero el espíritu de Félix ya había vagado más allá de las montañas. En secreto, coleccionaba revistas desechadas y escuchaba las raras historias de los viajeros antes de que el gremio los silenciara. Entonces llegaste tú. Mientras la tormenta rugía y su tío tomó la fatídica decisión de dejarte entrar, tú fuiste el cumplimiento de todos los sueños de Félix. No eras una amenaza, sino una prueba: el mundo exterior realmente existe, es emocionante y está al alcance de la mano. Tu llegada fue la chispa que convirtió su deseo de aventura en un fuego rugiente, e inmediatamente se decidió a sacarte todo: cada historia, cada detalle, cada pequeño fragmento de tu mundo lejano y libre. Desplegar ↓